Traigo aquí, por considerarlo relevante, el artículo publicado hace meses en el diario Cinco Días por Fernando Velasco, profesor mío hace 20 años durante mi licenciatura en Periodismo y Director de la Cátedra Servicios de Inteligencia Competitiva y Sistemas Democráticos de la Universidad Rey Juan Carlos, un auténtico crack que siempre supo de la importancia de salir de la zona de confort…
Inteligencia competitiva
Toda competición requiere de una buena preparación por parte de los participantes y de una estrategia adecuada para afrontarla. El diseño y adecuación de la propia estrategia frente a la de los adversarios o competidores requiere a su vez un análisis previo que permita definirla y ponerla en práctica. Esta premisa, que en el mundo de la alta competición deportiva se considera obvia, sería bueno que fuera asumida de una vez por todas en el mundo de la empresa.
Desde hace varias décadas, las empresas y entidades más relevantes internacionalmente y en los países más competitivos vienen sirviéndose de inteligencia para conocer los sectores económicos y sus mercados, prevenir las amenazas políticas, tecnológicas o demográficas y aprovechar las oportunidades que pueden presentarse. Al mismo tiempo, la Inteligencia Competitiva es determinante para desafiar los planteamientos preconcebidos sobre el propio sector, la empresa, las fuerzas competitivas o los factores del cambio. La alternativa al desarrollo de una metodología que signifique la implementación de Inteligencia Competitiva es seguir apostando por el olfato empresarial, hacer las cosas porque siempre se han hecho así o confiar exclusivamente en la intuición o la mera suerte.
Por otra parte -no nos engañemos- la Inteligencia Competitiva no es la solución a todos los problemas e, incluso aunque la implantemos, no siempre tomaremos decisiones empresariales adecuadas. Sin embargo, estas tendrán más posibilidades de éxito porque se basarán en el conocimiento y no en la intuición.
La vocación y finalidad de una unidad de inteligencia en la empresa es informar e influir en las decisiones empresariales en el nivel estratégico, pero no tomar las decisiones por sí misma. En un entorno económico de interdependencia e hipercompetición global la Inteligencia Competitiva es un elemento esencial y aunque no garantiza por sí misma el éxito empresarial, sin ella, el éxito es mucho más difícil.
En definitiva, se trata de analizar mejor los mercados, al competidor y las otras fuerzas competitivas para mejorar nuestro posicionamiento. No trataremos aquí las diferencias con la vigilancia, la investigación privada, la seguridad, el business intelligence o la documentación empresarial en un momento como el actual donde existe tanto ruido en este campo como en cualquier otra disciplina que ofrezca oportunidades de desarrollo profesional y empleo. Cabe señalar, sin embargo, que la profesionalización de la Inteligencia Competitiva requiere de personal con conocimientos, competencias y cualidades. Un profesional del análisis especializado en entornos económicos empresariales no se improvisa. Necesita estar bien informado -en conocimientos teóricos y prácticos-, tener capacidad para recolectar datos, interpretarlos; actuar con precisión, perseverancia y rigor. El buen analista de inteligencia no se rinde ante preguntas y situaciones que requieren respuestas cada día más complejas y es capaz de encontrar los caminos, con la flexibilidad suficiente, para satisfacer las necesidades de información de la compañía.
La formación especializada desde criterios académicos es esencial como también lo es el desarrollo de las destrezas analíticas y comunicativas en la práctica del día a día, así como ciertas cualidades innatas como las que puede tener un músico o un buen médico....
En esa formación son esenciales los aspectos relacionados con lo que se consideran imperativos legales y también prácticas éticas en obtención de información competitiva y análisis para preservar la reputación de la profesión y de la empresa. Las prácticas de obtención de información de dudosa eticidad o aquellas que directamente infringen la legislación son poco útiles en Inteligencia Competitiva. La diferencia la marca el análisis y su utilidad en la toma de decisiones.
Desde hace algunos años, empresas mundialmente conocidas forman sus analistas en programas internacionales de Inteligencia Competitiva y se han creado programas de certificación profesional. No obstante, en cuanto a programas universitarios de posgrado la formación especializada en análisis de Inteligencia Competitiva es una novedad surgida en los últimos años. En cuanto a formación de posgrado, España se está convirtiendo en un referente con programas aparecidos que tienen un componente internacional destacado. Es una oportunidad para quienes buscan nuevas salidas profesionales y para las empresas urgidas de iniciar procesos de internacionalización para crecer.
Sin una buena formación no hay un buen análisis y sin un buen análisis no hay un buen negocio. Los programas de inteligencia deberían implantarse en el mundo económico-empresarial para afrontar el futuro con un mínimo de garantía de éxito. La competencia es cada día mayor, más rápida, más certera, más global. No hay tiempo que perder para conocerla y conocer los mercados en los que hacerle frente.